domingo, 5 de septiembre de 2010

Desde la silla del fiscal

Desde la silla del fiscal
El Juicio Ciudadano a los socios de la guardería ABC

RPR

Todas aquellas papeletas rojas con el texto “CULPABLE” levantadas a la vez, eran como puertas que abrían paso a la esperanza y a la certidumbre colectiva. En sí, suponían una oportunidad de manifestar una opinión analizada, previa información recibida, pero esa noche hermosillense del 5 de marzo de 2010, dadas las circunstancias que envolvían el evento, cobraban una significación más grande y profunda.

Tal evento, el Juicio Ciudadano a los socios de la guardería ABC, había sido convocado un par de semanas atrás por el Movimiento Ciudadano por la Justicia Cinco de Junio, y la respuesta de la gente –casi 400 personas inscritas como jurado y 200 como espectadores-, reveló que el incendio que cobró la vida de 49 pequeñitos y dejó con serias lesiones a más de 70, era aún un asunto de interés social primordial.

Desde la posición en la que como fiscal fui ubicada, tuve el privilegio de dominar el panorama prácticamente completo: juez, secretario, abogado defensor, miembros del jurado, escrutadores, público asistente, testigos de calidad, automóviles que disminuían su marcha para captar algo de lo que en la escalinata del Museo y Biblioteca de la Universidad de Sonora se estaba viviendo. Todos estaban al alcance de mi vista, excepto el grupo de padres y madres que en aquel fatídico 5 de junio de 2009 perdieron una parte de sí, pues ellos permanecieron, irremediablemente, sentados a mis espaldas.

Al aceptar la invitación que el Movimiento 5 de Junio me hizo para desempeñar el papel de fiscal en el Juicio Ciudadano a los socios de la guardería ABC, entendí que estaba contrayendo un compromiso con las víctimas fatales de ese ominoso incendio, con sus papás y mamás, así como de los niños que resultaron lesionados, y con la sociedad misma, “que desde aquel día, de uno u otro modo vio trastocada su vida y se sintió desamparada por el actuar de las autoridades encargadas de impartir justicia”, según lo señalé en el pliego de acusación.

Pensé que al incorporarme a lo que sería la primera mesa del Juicio Ciudadano, tendría la oportunidad de prestar un servicio a la comunidad a la que pertenezco, pero en realidad la que se sirvió fui yo, y con cuchara grande, pues fue ocasión en que conocí y conviví con personas de corazón noble, inteligentes y generosas, cuyo proceder era y es consecuente a esas características. Me refiero, por supuesto, a los padres y madres de los niños fallecidos o lesionados en la guardería ABC, a su abogado, a los miembros del Movimiento por la Justicia Cinco de Junio y a los compañeros de la mesa del juicio.

Para conformarse la mesa del Juicio Ciudadano a los dueños de la guardería ABC, las personas mencionadas en el párrafo anterior, sostuvimos varias y prolongadas reuniones que tenían el objetivo de adjudicar de manera consensuada, los papeles a desempeñar: juez, secretario, fiscal, defensor de oficio y escrutadores, de acuerdo al perfil y disposición de cada uno. A partir de que se me confirió el cargo de fiscal, y apoyándome en mi formación profesional como historiadora, me di a la tarea de revisar, con la ayuda desprendida de un joven colega, algunos metros lineales de documentación referente al caso, de diverso origen.

Esta labor duró aproximadamente tres semanas, en la cuales “con paciencia franciscana y resistir de pascola”, como dijo un poeta sonorense, revisamos en detalle oficios de la Secretaría de Salud de Sonora, del Instituto Mexicano del Seguro Social, de la Procuraduría Judicial del estado de Sonora, del Ministerio Público y de la propia guardería, entre muchos otros. La información era tan abrumadora y contundente para armar la exposición del caso, que hubo que discriminar algunos asuntos y dejar por fuera documentos.

En este tenor, en el pliego de acusación me limité a plantear algunas de las conductas reprochables en las que incurrieron Antonio Salido Suárez, Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella, Sandra Lucía Téllez Nieves, Gildardo Francisco Urquídez Serrano y Cristóbal Alfonso Escalante Hoeffer, para lo cual me enfoqué en separarlas entre lo que sucedió antes, durante, y después del incendio del 5 de junio. En síntesis, estas conductas reprensibles se encierran en un círculo de mezquindad, tráfico de influencias y simulación, que se manifestaron a través de las irregularidades tramitológicas a la hora de establecer la guardería, las anomalías (traducidas en negligencia) en el tiempo de su operación (2001-2009), y ausencia física enmarcada por un profundo desinterés y, de hecho, desprecio por la vida de los hijos de madres trabajadoras, durante los días subsiguientes al siniestro.

La información a mi alcance era tan profusa e intensa, que los 25 minutos que el juez ciudadano asignó a la exposición del fiscal fueron insuficientes para presentar ante el jurado todos los argumentos asequibles. La atinada y bien sustentada exposición del defensor de oficio, me motivó a ocupar cada segundo de los diez minutos que me concedieron para replicar, presentando nuevas pruebas y fortaleciendo las evidencias expuestas con antelación. Finalmente, el defensor cerró su explicación con una convocatoria a la reflexión y a la toma de conciencia por parte de la ciudadanía.

Fue al enlistar el juez ciudadano las conductas reprobables de cada uno de los inculpados, conminando al jurado a que emitiera su veredicto para los cargos individuales y colectivos, cuando surgió esa extensa mancha roja, valiente, firme, alta, ininterrumpida, sancionando por inmensa mayoría la culpabilidad de los socios y dando pie al dictado de la sentencia por parte del juez: pedir perdón públicamente, devolver el dinero acumulado por la operación de la guardería ABC, asumir los gastos y la responsabilidad para la atención médica de las víctimas lesionadas y quedar imposibilitados para ejercer cargos públicos y para el manejo de guarderías subrogadas.

El Juicio Ciudadano permitió a los hermosillenses erigirse en jurado de un evento que los conmocionó desde aquel viernes negro y saberse en plenitud de sus derechos civiles. Las víctimas del incendio presentes en el juicio, es decir los padres y madres de los niños de la guardería ABC, fueron cobijados por la solidaridad y empatía de los asistentes, y respaldados sus reclamos de nueve meses por la sentencia del juez.

Los miembros de la mesa del juicio tuvimos la oportunidad de trabajar en equipo para realizar un ejercicio ciudadano inédito en nuestra localidad y para dar razones y fuerzas en su lucha a los padres y madres ABC. En lo personal, más que una experiencia enriquecedora en diferentes áreas de mi vida, fue un obsequio que inmerecidamente recibí por parte del movimiento 5 de junio. El haber participado como fiscal en el juicio ciudadano me permitió revalorar el impulso de una sociedad que, de la perplejidad causada por el dolor y la ausencia, por la justicia aplazada y una irresuelta sinrazón, se ha erigido en custodia de nuestro patrimonio humano, en particular el infantil.

Con su confianza depositada en los miembros de la mesa del juicio ciudadano esa tarde del 5 de marzo, los padres y madres privados de sus hijos y de justicia, nos dieron una lección de lealtad y pundonor, proporcionándonos con su valor, tesón y perspicuidad, las flores para levantar una ofrenda de amor y vida a sus niños, los niños del incendio de la guardería ABC.

Hermosillo, Sonora
Primavera de 2010

No hay comentarios: